Alianza y la “U” empataron 1-1 en Matute y se alejaron del líder Bolognesi
Enfundados en su propia bronca, Flavio Maestri y Carlos Galván se habían olvidado del fútbol. Se habían agarrado a golpes durante todo el partido como dos pugilistas que se empezaron estudiando y terminaron en agresión directa. Se golpearon como la “U” y Alianza. Porque un clásico no es clásico sin goles, tampoco sin peleas, pero mucho menos sin ganadores. Debe ser que no se dieron cuenta que hubo un primer gol. Nadie se preocupó que Jesús Rabanal pudiera meterla al arco aliancista luego de ese centro sacado del laboratorio de Gareca y de los pies de Candelo y Neyra. Fruto de la planificación enfermiza de Gareca, Donny Neyra cedió un pase a Candelo en un tiro libre desde la derecha y éste lo habilitó nuevamente cerca a la línea de fondo. El centro de Neyra, fue al hueco que anotó con su zurda justo cuando el primer tiempo acababa. Hasta entonces, los dos mano a mano de Héctor Hurtado frente a Pinto se habían perdido. Uno a los 16’ con pase de Candelo, y otro a los 27’, con pase de Neyra. Galván se había entregado a la titánica tarea de golpear a Maestri para sacarlo del partido, y lo conseguía, pero tenía que dejar esa labor para cubrir los espacios que dejaba Víctor Balta contra Mauricio Mendoza. La antítesis fue el gol aliancista, conseguido más por la necesidad de empatar que por un plan milimétricamente calculado de Arrué. Bastaba con poner a alguien tan rápido como Mauricio Mendoza para que lo acompañe y no poner a Renzo Benavides en su lugar. Pero el chileno de la voz graciosa lo único que quería era no perder. Fue por eso que Alianza buscaba el empate en su desesperación. Benavides, a los 7’ del complemento, lanzó a las nubes la oportunidad del empate. Luego no hubo mucho que hacer ante la fuerza impuesta por Galván para detener los embates aliancistas. Pero Arrué tenía razón aunque su apariencia, antes del tanto del empate, era la de la derrota andante. Un cigarro en la boca, la cabeza baja y las manos en los bolsillo impusieron su pragmatismo y Viza tomó un balón que rebotó en Maestri mientras la crema reclamaba un fuera de juego que no existió a los 32’ del segundo tiempo. Entonces Gareca y Arrué habían sellado el pacto. No perder, para no perder el paso. Seguir sufriendo, seguir golpeándose y olvidarse del fútbol que ayer pudo haber. Luego del empate, lo único que les queda a la “U” y Alianza son las matemáticas para aferrarse al futuro.
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